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Partes de la piel y su importancia para tratamientos rejuvenecedores

¿Quieres actuar de forma efectiva contra el envejecimiento facial? No te pierdas cuáles son los tratamientos más efectivos.

La piel es el órgano de mayor tamaño de nuestro cuerpo y, con el paso de los años, va cambiando su aspecto, haciendo notorios los signos del envejecimiento.

Estos los podemos ver en forma de arrugas, líneas de expresión, pérdida de luminosidad, deshidratación… Evitar el paso del tiempo no es posible, pero sí podemos retrasar lo máximo posible estos signos y atenuarlos.

Lo primero que tendremos que tener en cuenta son las partes de las que se compone la piel para poder entender por qué envejece y cómo actúan los tratamientos estéticos.

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Capas de la piel

La piel está formada por varias capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis.

La epidermis es la capa más externa y, dependiendo de la zona, tiene diferente grosor. En la palma de las manos o en la planta de los pies es más espesa. Sin embargo, en el contorno de los ojos es más fina.

Está formada por una capa exterior de células muertas (capa cornea) que se eliminan constantemente de la superficie y se sustituyen por otras que se han formado en la capa basal. Se trata de un proceso en el que las células van ascendiendo para eliminarse.

También en esta parte se encuentra la capa de Malpighi, en donde están las células pigmentarias que contienen la melanina. Esta protege a la piel de los rayos ultravioleta del sol y de la aparición de pecas o manchas.

La dermis es la capa interna y está formada por glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas, capilares, células adiposas, folículos pilosos, vasos sanguíneos, fibras de elastina y colágeno.

Estas últimas se encargan de mantener la piel joven, con elasticidad y tersa.

Por último, en nuestra piel se encuentra la hipodermis. Esta es la capa adiposa, en la que se almacena la reserva energética.

Tratamientos rejuvenecedores

La piel, así como sus capas, se deteriora provocando el conocido fotoenvejecimiento o envejecimiento cutáneo. Esto puede ser por factores externos y biológicos.

En los factores externos, podemos encontrar el sol, la contaminación, los productos químicos que se utilizan en exceso, la alimentación desequilibrada o el tabaco.

En los factores biológicos, no podemos dejar de mencionar el paso de los años, algo inevitable, y con ello, la tendencia de nuestra piel a apagarse y a arrugarse.

Estas imperfecciones son causadas por el envejecimiento y pueden acelerarse por los factores externos, que dependen de nosotros mismos.

El envejecimiento natural, contra el que no podemos luchar, se produce por la pérdida de colágeno y elastina, que se encuentran en la dermis.

El colágeno es el encargado de dar firmeza y la elastina provoca que la piel sea más elástica. Con el paso del tiempo, nuestro cuerpo produce menos cantidad de las mismas, provocando que la piel se apague.

Realizar tratamientos que actúen en la dermis y mantengan los niveles de estas sustancias en el cuerpo es nuestra labor. El tratamiento más efectivo es la redensificación, a base de ingredientes naturales, sin tóxicos, sin reticulantes, lo que hace que sea poco invasivo.

Está compuesto por 14 nutrientes y ácido hialurónico no reticulado de alto peso molecular, muy similar al que nuestro cuerpo produce por sí mismo.

Es ideal para corregir las imperfecciones y prevenirlas. Su objetivo es activar las funciones de las células de la piel, mejorando su textura. Lo mejor es que ofrece un resultado muy natural.

redensificación

Y no solo es cosa de la madurez, sino que cada vez, pacientes más jóvenes apuestan por prevenir y retrasar los signos de la edad con tratamientos tan efectivos como la redensificación.

Sus ventajas son innumerables. Entre ellas, podemos destacar la acción reestructurante, la regeneración celular y el efecto antioxidante.

Cuidados básicos

Una gran parte del trabajo depende de nosotros mismos, de la rutina de belleza que tengamos. Entre los cuidados básicos que siempre debemos incorporar a nuestro día a día, se encuentran la exfoliación, la protección y la hidratación.

Además de los tratamientos estéticos que podamos realizarnos, es importante exfoliar la piel una vez a la semana para librarla de impurezas. No debemos caer en el error de abusar de este cuidado ya que podrías provocar daños en la piel.

También es esencial hidratar el rostro con cremas específicas, adaptadas a las necesidades de cada persona. Por ejemplo, si tienes una piel grasa, debes utilizar una crema que regule el sebo para dar solución a su problema.

Una alimentación cuidada es más importante de lo que podemos llegar a imaginar, ya que los nutrientes y la hidratación actúan desde dentro ofreciendo el aspecto de la piel que presentamos.

¡Aplica estos tratamientos para frenar el envejecimiento cutáneo!

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